La Federación Asturiana de Caza ya está
calentando sus rifles para salir a matar un par de osos los domingos
familiares, y luego ya de paso ir a un par de club's para contrarrestar la dura
mañana en misa, donde acostumbran a despotricar de las libertades sobre el
aborto y todas estas habituales temáticas políticas de los que se definen como
"pro vida".
Han sido muchos años, esfuerzo y dinero para
recuperar el daño producido sobre el oso pardo ibérico durante siglos de caza,
ahora, después de conseguir su plena protección y emprender las medidas
necesarias para su supervivencia, los cazadores (aunque ciertamente no todos)
empiezan a reclamar otra vez la legalización de la violencia y asesinato por
diversión contra estos animales (estos pro vida, ¡siempre haciendo de las suyas!).
Hay que puntualizar una cosa muy importante:
el oso pardo no corresponde sólo al norte peninsular, es decir, a los paisajes
boreales, sino que su presencia debería de extenderse en Europa desde los
países escandinavos hasta la propia Cádiz, de hecho, existen aún poblaciones de
osos pardos en lugares como los Apeninos, en Italia, o en Oriente Medio (oso
pardo sirio). Se podría decir entonces que sin la intervención humana, muy
posiblemente, en el norte de Alicante o Murcia habría osos pardos. Algo que
parece utópico plantear incluso a muy largo plazo debido a la escasa población
actual (230 ejemplares aproximadamente), la fuerte implantación del presentismo
histórico en la sociedad y algún que otro malnacido en la administración y en
la propia población (véase algunos cazadores). Además de la alta degradación de
los hábitats así como la gran distancia que separa a los últimos núcleos
boscosos imprescindibles para determinadas especies.
Es por eso, que no basta sólo con exigir que
el oso pardo no sea objeto de caza, sino que en caso de que se recuperase la
especie en la Cordillera Cantábrica, se trasladasen ejemplares a otros puntos
como Pirineos o Sierra Morena, con tal de recuperar el equilibrio ecológico en
estas zonas con abundancia de herbívoros y pocos carnívoros. Algo que debería
de haberse impulsado ya con el lobo, pero que es arriesgado políticamente en
las zonas rurales.
Así, con todo lo dicho me permito el lujo que
insinuar ligeramente el desprecio que merecen aquellos que plantean divertirse
con la sangre de nuestros osos, de nuestro patrimonio natural y además remarco
la necesidad de entender que no se puede recluir al oso en el norte peninsular,
sino que es necesario recuperarlo también en otros puntos de la península como
el Sistema Central, el Sistema Ibérico, Sierra Morena o los Montes de Toledo. Nosotros
lo hemos erradicado en estas zonas, y sólo a nosotros nos corresponde
devolverlo.
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